El deseo: finas gotas de lluvia
atravesadas por los rayos de un sol
pretérito
entre la umbría perfumada de lavanda
de un bosque
lejos del lúgubre tañido
de las campanas,
semen
sobre las páginas de un poema,
lenguas lamiendo lenguas
pies enfundados en medias atormentando con letal dulzura
tu polla tumescente
mientras yaces atado a la cama
con la mordaza de un coño en la boca,
malcasadas que te miran
desde la barra de un bar
con una copa de ginebra cruda
como la vicaría por la que pasaron
mujeres quemadas
como hígado cirrótico
mirándote de soslayo,
ponderativas, felinas
El deseo: la noche abierta
como una orquídea de fuego,
hogueras del whisky puras como la muerte
puras como el puro insomnio
lleno de culos que te frotan la
entrepierna, de tetas
en la boca, de mujeres
que te roban los calzoncillos
usados
y si pueden la cartera
llena de telarañas
El deseo: una golfa deliciosa
con tu verga en la boca
sabiéndose la dueña
mientras te mira a los ojos
y te licuas, estallas, revientas, jadeas
para acabar despertando
en una cama solitaria
con un bolígrafo en la mano
y el sol con toda su puta mala leche
entrando al asalto por la ventana
para reírse
en
tu
cara
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