Qué facil es vivir la bohéme con la billetera reventona de tarjetas de crédito y billetes de 500 y viñedos en el Ampurdán, o Empordá, que diría ese fino maestro de la ironía que fue Josep Pla, el mismo al que Aznar, que decía hablar catalán en la intimidad, no ha leído en su puta vida. Qué facil es que el público -sobre todo el femenino, teniendo en cuenta de quienes hablo- te adore, aunque el recital o bolo de turno lo pague el partido en el poder, sea el PSOE, el PP, IU o El Partido Unificado de Amas de Casa Seguidoras de Belén Esteban (ministra apócrifa de Cultura) y Contrarias al Hombre que es un Guarro Infiel Machista Maltratador Borracho Inmaduro Descreído (PUACSBECHGIMMBID) -suena a password de esas webs de estafadores que pululan por ahí-. Qué fácil es decir Sufro Busho por la doliente, mísera humanidad para la que escribo mis canciones, bien armado de Johnnie Walker pata negra, putas complacientes a 300 la hora y amigos lameculos prestos a recoger las migajas -y los condones usados- del festín, amén la la nieve sobrante sobre un CD de Violeta Parra, y encima presentar candidatura para alcalde de tu pueblo. Qué facil es abrirse de piernas ante el Patio de Monipodio del mundillo literario de los premios concedidos de antemano por los coleguillas que te consideran uno más en el Olimpo cutre de los poetas consagrados, es decir, por los que escriben, como diría Umbral, a cuproníquel el verso, y dictan conferencias minuciosamente refritas -sobre textos escritos cuando no tenían ni pa pipas- en su habitación de hotel de cinco estrellas, para que te chupen bien las almorranas, cuando no otras partes non sanctas, que diría el enterao de un blog cercano. Esa lucidez a prueba de bombas, esa coherencia insobornable, digna de Angelina Jolie y Brad Pitt -o de Zapatero, o del otro, ya puestos-, ese compromiso social a base de champán y ostras y ediciones de lujo, esos abrazos a Fidel Castro o a Jordi Pujol, esa impunidad a la hora de partirle en la cara un vaso de whisky a una admiradora que solamente quiere un autógrafo y que probablemente se habrá gastado una pasta en discos de los susodichos, comparable a la de tanto hijo de puta que anda suelto, y respetado, y si me apuran hasta elegido democráticamente en las urnas de ste país de cernícalos, mamarrachos y navajeros hijos de su madre, muerta de vergüenza a los 56 años de edad. Estafadores de lujo, comparables a los dueños de constructoras de tantas casas que se les caen encima a sus compradores después de haber hipotecado hasta las bragas de sus bisnietas, quienes probablemente tendrán que meterse a hetairas de lujo para acabar de pagar un amasijo de ruinas -eso sí, con vistas al mar-, al comisario jefe de la brigada antinarcóticos, vulgo estupas, que se construye unchalet de un millón de euros con jacuzzi y lumis incluidas, además del correspondiente bmw blindado -seguro que todo eso sale de su sueldo de funcionario-, a la directora de geriátrico en cuyas manos cae un señor con Alzheimer o sencillamente con miedo a que lo usen de cenicero los celadores, o lo envenenen las cocineras, o lo encierren a oscuras atado a a una cama privado de agua y comida hasta que se cague encima de miedo, o la diñe directamente, lo cual puede evitar firmando "unos papelillos, puro trámite, don Jesús", que lo dejarán más pelado que la mojama y probablemente tirado en un banco de la Plaza del Copón Bendito. Estafadores comparables a los de las grandes corporaciones alimentarias que se ponen de acuerdo en subir los precios de cosas como el pan o los huevos o la leche o el pollo y luego nosotros no tenemos nada que ver, es que la materia prima, es que el petróleo, es que es que, y perdonen ustedes, y el personal, que ya andaba bien jodido por el culo, descubre el inigualable privilegio de que le metan una polla por la boca a la hora de ir al supermercado. Estafadores comparables a los bancos, que te cobran hasta por estornudar en un cajero automático y nunca cometen errores, nunca se equivocan, siempre funcionan con solvencia, con eficacia, con imparcialidad, tengas 3 o 33 o 333.000.000 de euros.
Estoy hablando de gente que forma parte de la banda sonora de muchas vidas, que son maestros en su oficio, que incluso -se puede decir- han guiado la forma de pensar y de vivir de mucha gente y han moldeado una cierta manera de sentir, percibir, contemplar la realidad. Estoy hablando desde la rabia y la nostalgia anticipada de saber que el tiempo devorador, que decía Shakespeare, acabará inapelablemente por arrebatárnoslos, aunque su música, sus letras, sigan ahí. Estoy hablando de gente a la que admiro a pesar de todo. Estoy hablando de alguien que nos echó a todos de un bar de Granada para alquilarlo por una noche para él, sus músicos, sus camellos y sus lumiascas, lo cual está muy bien; pero es que que yo disfrutaba de la tan cantadísima libertad de tomarme una copa donde me diera la gana, y aquel gesto se pareció más bien a un ademán fascistoide. Quod erat demonstrandum. Y son los mismos que luego se cabrean, tal como está el patio, porque la gente se ha aficionado a bajarse sus obras de Internet. No se puede estar en misa y repicando. No puede cagarse uno en el dinero, en la mercadotecnia, en las discográficas, en el capitalismo en general, y luego pagar una ronda en el bar del Palace o de Maxim´s con American Express Platino. La misma que te ha proporcionado un océano de gente que te admira y te respeta. Y hasta te imita.
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