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lunes, 26 de abril de 2010

DIAMANTES DE GINEBRA

Para Ángela Rubio




It´s too early for the circus
It´s too late for the bars

-TOM WAITS-




Tus madrugadas existencialistas
tristes como una vieja moneda de plata en manos de un avaro
o una calle lluviosa en mitad de Londres
cuando todo está cerrado
la hueca
oscuridad de la que vuelves
con la cara desencajada
y los ojos turbios
amor, me hacen daño. Conozco bien el tema.
Conozco el tema como los tuaregs conocen el desierto.
Son veinte años de doctorado en whiskys
turbiedad
vacío, amaneceres de ceniza
como una clepsidra rota.
Dejé mi corazón
como escarcha
en los cristales

No hay nada
ahí afuera
excepto un mundo
de cretinos irredentos, de idiotas sumisos
consumiendo paraísos
de garrafón
Y al viejo
Cicerón
diciendo todavía, como siempre,
Omnium malorum stultitia est mater.

Vienes
dando voces
y cagándote en los muertos
de la guardia civil, de
tomarte unas copas
y fumarte unos porros
con unos amigos
que jamás han sudado la camisa de marca
que les compró papá

Fascinante, sin duda.

Entiendo que mi vida tenga poco glamour,
mon amour,
pero ya lo sabías cuando hiciste la apuesta
por este lento incendio que es mi alma.

Yo no tengo dinero.
Me da asco el dinero.
Me la suda.
Me da asco la gente
que besa el culo a un director de banco
y tengo franca admiración por las putas. Pero
por las que andan por la calle,
no por las felizmente casadas.
Y me quedo con aquello que decía H.G.Wells:
Money –money, like everything else-, is a deception and a dissapointment.

Y me vienes de la noche,
reina apócrifa,
derribando murallas de silencio como cataratas
y con ganas de matar a medio planeta.
Es comprensible.

Pero no es el camino.

La madrugada cansa, está vacía
como una iglesia
donde la gente fuese a rezar sin fe
y a beberse el copón del desengaño.
Creeme, lo sé.
He comulgado la hostia de veces,
y no sólo con ruedas de molino.
Mi hígado es una jodida escabechina
y perdí media vida en las nieblas de Escocia.

No es el camino. Al menos, no es el mío,
aunque haya momentos de gloria
y noches que fulguran como una orgía de diamantes.

Por eso te lo ruego:
no vuelvas de la calle
recordándome el fuego en el que ardí,
la caricia salvaje de las viejas hogueras
que albergo bajo el pecho como un interrogante
desafiando a un mañana
como una catedral de hielo negro.

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