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viernes, 17 de junio de 2011

ROMANCE IRLANDÉS (CON MUCHO HIELO)

Noches, noches, noches largas

como un solo de violín

rebuscando algunos versos

en las páginas amargas

de Paul Durcan, Swift o Yeats,

noches de fría llovizna,

borracheras de Dublín,

callejeando por Galway

sin tener donde dormir.



Noches de Irlanda profunda,

so far from Spain, al fin,

inanidad discursiva

con cara de perro verde

o pelos de puercoespín,

errando tambaleante

junto a las verjas cerradas

de Fairwiew o Stephen´s Green,

el alma carbonizada

y la garganta arrasada

de tonic con mucho gin.



Ripios secos de la ausencia,

vaciedad del porvenir,

soledad del Liffey oscuro,

Phoenix Park o Dame Street,

las agujas de la lluvia,

ríos de whisky sin fin,

Cork: un sudario de niebla,

y en el puerto de Dublín

y quejido de sirenas,

un sollozo grave y largo

como un solo de violín.



¿Será el oro de los elfos

lo que hay en mi corazón?

¿O es un mar aborrascado

bramando en mis interiores

su fría desolación

de escolleras desgastadas

y playas sin otro dios

que el viento y sus mil idiomas

de Belfast a Waterford,

ribeteadas de bosques

con su río y su canción?



Acantilados de Moher,

campos de cereal de Athlone,

musical fronda de Kerry,

el río Shannon, un turbión

de plata oscura entre hayas,

abetos, robles en flor;

llevo siete mil postales

dentro de mi corazón,

pero no tengo tus manos,

ni me acompaña tu voz.



Ahora Irlanda queda lejos,

con su tembloroso sol,

con sus dulces aguaceros,

sus músicos callejeros

y algo de mi sinrazón;

arpas de viento me llevo

que acompañen con su llanto

los versos de esta canción;

mujeres hechas de lluvia

sean custodias de esta flor.

la roja rosa de Eire

que hoy arde en mi corazón.

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