Corazones cautivos de la nieve
-como dicen canciones olvidadas-
callejones donde la dicha es breve
y el tiempo juega con cartas marcadas
ciudad de la tristeza vegetal
donde una sombra toca el organillo
y a veces el azúcar sabe a sal
y la esperanza monta un puestecillo
ciudad de mi memoria y mi excesos
lluvia secreta llanto de mis huesos
piano en la niebla de la madrugada
el crepúsculo incendia con sus fados
el whisky lento de los exiliados
que intentan regresar a tí, Granada.
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