Tantos años después, y aún hay noches asperjadas con el fulgor distante de la estrellas que me recuerdan la música infinita de tus ojos tan negros muy abiertos mirándome arrebolada aún por el placer en aquellas tardes de pensión por el centro de Madrid en una luz de sábanas revueltas bragas olvidadas y cigarrillos fumados a medias y espejos sobre el lavabo donde nos contemplábamos desnudos como el futuro,
tanta lluvia caída años arrastrados como eslabones de lenta miseria y peleas contra la estupidez circunstante y ahora se me aparecen de pronto los otoños de seda de tu piel bajo mis labios el manantial cobrizo de tu melena despeinada días como una eternidad húmeda de lenguas dedos sexos semen frío el tráfico enloquecido por aquellas calles que apenas sí veíamos cuando íbamos en busca de algún bar donde comprar tabaco,
tantos años, y qué extraño es el amor. Cómo se vuelve intransitivo, conservado en la memoria como una gema preciosa con un brillo afilado de celos irresueltos,
guitarras papeles viejos poemas salpicados de citas de Shakespeare y Neruda,
de Robert Browning y Hölderlin viento mío
íntima brisa insomne que agita estas cortinas en la tarde
Qué extraño es el amor tras tanto tiempo a pesar del cansancio de los mil platos rotos de la vida de tantos desastres con nombre de mujer que nunca suplantaron la definitiva catástrofe el puro caos de tu inteligencia viva y un tanto perversa el recuerdo de tu cuerpo y su perfecto insulto a la mediocridad dónde
estarás ahora
en este tiempo de tormentas de puro tedio
en este soledad cuajada de guitarras en la que de pronto te rescata de entre las olas una balada de Joaquín Sabina
como un puñal de hielo o de ternura
Entretanto aquí sigo
tratando de que no me sodomicen al margen de los márgenes y arrancándole al mundo tres monedas que me defiendan del ruido y la furia de la necedad globalizada de prebostes profetas marionetas líricos de pesebre
y críticos de comedero perruno Sobreviviendo
al cabo
entre lápidas de amigos
bajo la lluvia insana que tabalea en las sombras
u oscurece agrisa como ceniza húmeda la luz de las mañanas con su sonrisa herida de huérfano irredento Aquí sigo
cincelando palabras en el sórdido mármol de las madrugadas con mi mano derecha El mundo sangra mierda enlagrimada
y pasan gilipollas con moto a escape libre y vendedores de jamón robado y curas sodomitas -qué novedad Mon Dieu
Con murallas de hielo
en una luz de plata estremecida
con chorizo y garbanzos y la humildad de un tinto con olivas aquí sigo
deseando que la vida no devore hasta el hueso a la mujer magnífica que fuiste
Laura
que no te empoce la existencia en una espesura de neurosis y que sea clemente en tus cabellos la flor de los almendros de los valles
de la mediana edad hacia la que vamos
Sigue maravillosa sigue siendo tú misma a pesar de la nieve y del barro y las huellas y los chantajes tristes
y el conformismo con hedor a derrota
dondequiera que estés.
Te amaré siempre.
Te amaré en el recuerdo como lentísima ola que renace y deja en las arenas testimonio y su eco espumeante muerte y vida dolor viejo
y música discreta
como gorjeo de pájaros nocturnos
Te amaré siempre
porque nunca he sabido amarte de otro modo
porque el olvido es una casa vieja en la que hace ya años que no habito porque no sé querer de otra manera
y los años me han hecho solamente reafianzarme en el fuego en las perspectivas
en la cercanía de tu voz el olor de tu piel
que aviva los recuerdos de aquella juventud enloquecida gloriosa insomne
ahíta de kilómetros y de whisky barato
en la que tal vez ambos fuimos lo mejor que hemos sido
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