The world o´ershadowed, soiled and overcast,
Void of all joy an full of ire and sadness
EZRA POUND
In memoriam J.D. Salinger
Reflexiona, pondera, por ejemplo
ahora en el mediodía
cargado de perfume a darro oscuro
que la ciudad regala a nuestro olfato
-metáfora feraz, la mierda humana-
como ABC encíclicas neocatólicofascistas,
en este mediodía
cabrilleante el sol en las basuras
diversas que no arrastra la corriente
porque se ha helado el río,
el hijoputa,
pondera la grafiosis de los olmos
muriendo en las colinas de la Alhambra
-sobredosis de taxi
y utilitarios último modelo-,
el hacha que se abate
sobre álamos desnudos
en la tarde furtiva
de los que van buscando combustible
para hacer migas en la chimenea
-invitados amigos y vecinos-,
admira, en la espesura
palacios de cartón donde dormitan
inquietos los alcohólicos
de harapo y barba lenta
que no pagan cotizan o consumen
y quedan excluídos por lo tanto
de derechos deberes dignidades
en las afueras de la ley no escruta
con el calor de un perro o de una hoguera
como última llama
en la calle afilada del invierno.
El río arrastra latas de garbanzos,
pañales desechados
donde la mierda seca
de nuestros tan niños tan bien abrigados
ocupa fácilmente
el volumen escaso
del estómago oscuro de otros niños
de piel nunca europea,
condones con semen de desencanto,
una bombilla rota, una cabeza
de perro de peluche
que no disfruta ya de la ternura
fugaz o navideña
de algún hijo bastardo del hartazgo;
reflexiona tranquila, mientras corre
el hilillo diarreico
de la ciudad fondona
por los suburbios ásperos de olvido
mientras bosteza el bosque
más allá del terror,
más allá de la angustia,
consciente de que el fuego no anda lejos.
Pondera, en este efluvio,
que revuelve las tripas
y empoza el alma en cólera callada
lo obsoleto de toda teología:
el hombre está quemando un paraíso
del que no fue expulsado
por un Dios vengativo.
Los árboles al viento
susurran letanías inmemoriales
y la soplapollez y el marketing de turno
cancelan no idealismos de saldo
ni sesudas teorías en diez tomos
sino la sensatez de estarse quieto,
inmóvil ante el caos
de la palabrería, del negocio
de la muerte que llega
como niebla de azufre
con sus manos podridas y reptantes,
discursos circulares del dinero,
del poder y la gloria y la metralla,
la locura total
en que sobrevivimos como bestias
esclavas de por vida
de nuestra propia raza. Reflexiona
doucement, en la tarde,
con un whisky
dorado de crepúsculos y Mozart,
acuérdate del río
y de sus peces tiesos en mortajas
con logotipos de supermercado,
mi amor, de las hogueras
junto a las cuales un perro y un hombre
comparten el pan duro de la vida
con ternura callada, amor, y piensa,
piensa sencillamente
en por qué no me sale de los huevos
entrar al jueguecito decretado
y sólo tengo fe en las cucarachas.
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