A Roger Wolfe
Esos momentos en que te ves fumando colillas a las seis de la mañana
durante cuatro días seguidos
esos momentos en que la locura es como el humo
que flota apaciblemente en la tiniebla
donde sólo hay un televisor encendido
dando las mismas putas noticias de siempre
y las cruces en los cementerios explotan en llamas
y los perros de la lluvia se cuelan
en tu casa
Esos momentos
en los que el futuro parece una autovía de peaje perfectamente
señalizada
y eres plenamente consciente del monto de todas tus apuestas
y de que tu mejor carta
tal vez esté marcada
por una bala
Esos momentos en que te sientes fraile
en un convento donde nadie cree en Dios
y cada palabra escrita es una gota de sudor y sangre
y te sientes seco
perdido
miserable
atrapado en una telaraña de ecos sobre el abismo
mientras la noche se puebla de alambradas
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