Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece,
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía
-FRANCISCO DE QUEVEDO-
Yo no sé
por qué no has dejado
ninguna huella dolorosa
en mis páginas,
ninguna oda nostálgica
al ruiseñor de esquina que sin duda eres
-con perdón de Keats-
o un soneto de amor nada oscuro
-con la venia de Lorca y de mi cuenta nada corriente-.
No hay música.
No hay nada.
No hay incendios de otoño en estos bosques
ni líricos riachuelos
de ginebra o de plata.
No sé
qué cualidad difusa
tienen las sombras o las oquedades
donde tal vez otro
hubiera rendido unas palabras
al vacío de tu ausencia.
A mí me suda la polla,
la vida sigue siendo
tendenciosamente mediocre
de piel para afuera, y el vacío, en el mejor
de los casos,
tiene un regusto como de náusea cumplida. Es lo que hay.
No hay música.
No hay nada,
no hay escarcha invernal en los jardines
ni líricos riachuelos
de ginebra o de plata.
Ni siquiera el dolor
como un rescoldo;
sólo facturas viejas y cansancio
y una aburrida sensación de estafa.
La música, para ser, pide un acto de entrega, una humilde libertad del yo para dejar libre sus mariposas. Pero estamos enfermos, enfermos de ego, que nos aprisiona.
ResponderEliminarPor eso:¿Qué música puede surgir
del que sólo canta a su yo?
NARCISO NO ES MUSICO
NO hay música en la oquedad rota
del vicio que suspende los sentidos;
sólo prosaicas notas de orgullo,
puro cretinismo del afán ciego
en que el hombre se agasaja a sí mismo.
¿Qué música puede surgir de la nada,
de la vacua vanidad del que, pertrechado en el yo soy,
sólo asiste al delirio de su estampa?
"¡Ámate, Narciso, a ti mismo!",
proclama su sangre enfrebrecida
mientras, en las venas de la conciencia,
su modestia malherida, aún llora mesura:
"no pretendas más respuesta de las aguas;
pues el coito inconcluso de tu ego,
no ha arrancado, en ellas, ni un suspiro de lástima"
No sonará un himno triunfal,
ni una marcha solemne,
sino la sempiterna cantina
de un arrebato oscuro;
o el triste requiem
por quién, sombra de sí mismo,
quiso besarse su boca.
Y ahora, el silencio
No merece más.