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lunes, 4 de julio de 2011

THE STANDING OAK

Son pocas las pasiones que me agitan.

Soy como el roble inmóvil

Que ve morir los pájaros en torno

Mientras cantan las aguas a lo lejos

Y el sol esparce un mosaico de monedas

Sobre la hierba que susurra a mis pies.



Ni el rayo me conmueve

Si estalla una tormenta. Sólo me arranca ramas.

Las casas se derrumban

En una soledad plomiza, oscura,

Y tantos viejos mueren sin memoria,

El fuego del hogar ceniza fría,

Cruces bajo la cínica candidez del cielo. En soledad perfecta

Veo como florece

La escarcha sin cuartel

Cuando el alba es un cuajarón de sangre

Y luz no profanada.



Ese lobo que evita los senderos

Ha de morir sin Dios

A manos del guardián de los rebaños.

Entretanto, la nieve

Va extendiendo su manto:

La blancura total de la locura.

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